¡Oh, diente de león
cuán agil alzas
tu cabeza al aire!
¡Qué el aire te lleve!
¿Es acaso lo que esperas?
Ya los días no clarean
y las nubes cubren de gris
el suave y manso paisaje
que a la niñez evoca.
¡Oh, quién jugara otra vez
a crecer y envejecer!
Tan solo era hermoso hacerlo
cuando la nieve no cubría mis cabellos
y la pena no arrugaba mi rostro.
¡Oh, diente de león!
Jamás te deshojaré otra vez.
Jamás volveré a ver mi niñez.
Óscar Laguna.
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